miércoles, 20 de julio de 2011

A petición de un amigo...


A petición de un amigo escribí este artículo hace ya más de una año y sólo ahora es que lo subo al blog o a otra plataforma parecida.En este sentido les pido excusas por el sentido de conversación del mismo, pero me ha gustado conservar el formato original. Será quizás que el video que les adjunto lo ha resucitado desde mi cuenta de correo, donde lo había dejado guardado para un uso futuro.. y ha llegado. Lo que les expongo, como siempre, no intenta convencerles de nada, sólamente son mis reflexiones, mis pensamientos, mis deja vu mentales... :) Ahí les va:

Como el video nos muestra, hablaremos de la homosexualidad, en este caso, un análisis de los elementos en se que sustenta la Iglesia a la hora de tomar una posición ante la condición homosexual. Como con cualquier otro elemento que atañe a cuestiones de la fe, la Iglesia hace un discernimiento escalonado en tres niveles: lo que nos dicen en primer lugar la Revelación, los santos padres y el magisterio de la Iglesia. Luego pongo mis “respuestas”, desde mis diálogos de fe.

La Revelación:
“Si alguien se acuesta con un hombre como si se acostara con una mujer, se condenará a n muerte a los dos y serán responsables  de su propia muerte, pues cometieron un acto infame.” Lv 20; 13
Es quizá esta una de las imprecaciones más fuertes contra la conducta homosexual en toda la escritura, vale acotar que esta forma parte de un elenco de casi 20 pecados que se pagan con la muerte, entre ellos están la zoofilia, tener relaciones sexuales con una mujer en menstruación, o maldecir a su madre y su padre, de más está decir que el cristianismo sostuvo unas y otras no, adjudicándolas como fruto de la mentalidad hebrea. La homosexualidad quedó claramente incluida como pecado junto al incesto.
“…miró a Sodoma y Gomorra, y por todo el valle, y vio que de toda la región subía humo, como  idea, si fuera un horno.”
Lv 19; 28
Uno de los textos más conocidos, que da nombre al pecado de sodomía. Es  cierto que en el relato se ve a los hombres de Sodoma queriendo poseer a los ángeles, y el Señor destruye Sodoma y Gomorra, pero NO porque su pecado fuera específicamente la sodomía, sino porque EL PECADO en general, se había apoderado de ellas, el testimonio de los profetas es unánime:
En Is 1, 10-17; 3,9 ese pecado es la injusticia
En Jer 23, 14 el adulterio, la mentira y la incitación al mal
En Ez 16, 49 el orgullo, la vida fácil y la despreocupación por los pobres
“No se dejen engañar pues en reino de Dios no tendrán parte los que se entregan a la prostitución, ni los idólatras, ni los que cometen adulterio, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los que roban ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los ladrones”
1Co 6,9-10
De modo personal esta ha sido una frase que me ha costado, recuerdo por ejemplo una vez que me toco leerla en la misa en el noviciado, pase la noche meditando sobre ello. En Ef 5, 5 vuelve San Pablo a repetir esta idea, pero reduciendo la expresión al término inmoralidades sexuales, inmediatamente después expone los deberes familiares del cristiano y su visión del papel de la mujer en el matrimonio. Por muchos años la Iglesia aprobó esta visión y canonizó a santas que se sometieron a sus esposos de manera servil, ensalzándolas como virtuosas, recordemos por ejemplo a Santa Rita. Cuando la sociedad avanzó y se proclamó la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, la Iglesia, ente social, también cambio su visión sobre el matrimonio, apoyándose ahora sobre otros textos paulinos, que dan una visión más plena del matrimonio. En este caso como en el Levítico la Iglesia ha dicho que la Palabra de Dios inspirada está también permeada de los sentimientos del autor y ha visto en estas orientaciones paulinas un fruto de la mentalidad de la época.
El referente fundamental para hacer estas “selecciones” en la Palabra de Dios es Jesucristo, Señor de la Historia, tal como se nos revela en los Evangelios. Precisamente Jesús ensalza a la mujer en el evangelio, quizá no explícitamente, pero si con sus acciones: nació de una, se acerca a la samaritana sedienta, su relación con Marta y María hermanas de Lázaro, se revela recién resucitado primero a la Magdalena, etc. Por estas acciones de Jesús, la Iglesia concluye que su postura no era de menosprecio, sino de aceptación de la mujer y  desecha los consejos paulinos.
Jesús no habla nunca en el Evangelio, ni siquiera implícitamente de una condena a la conducta homosexual, y era perfectamente conocida por los hombres de su tiempo, y considerada pecado por la sociedad hebrea. Sólo se refiere a Sodoma y Gomorra indirectamente, pero refiriéndose al pecado que había en ellas, como hemos visto no hay por qué pensar en la sodomía. Sin embargo me parece descubrir que Jesús no tenía ningún tipo de prejuicios con las personas homosexuales, a este particular refiero su comparación de los que se consagran en castidad por el reino de los cielos con los eunucos (Mt 19, 12). Como sabemos los eunucos eran personas afeminadas (debido a su pérdida hormonal) y homosexuales, sin embargo Jesús no tiene reparos en usar esta comparación. No creo que hoy diríamos que los sacerdotes se hacen como los homosexuales (la Iglesia pide a ambos la castidad). Nuestra mentalidad y nuestro prejuicio no nos lo permiten. Evidentemente Jesús carecía de ellos.
Los santos padres:
Apoyados en los escritos paulinos y veterotestamentarios los santos padres condenan la homosexualidad, incluso el mismo San Agustín, del cual se sospecha algo en este sentido, debido al medio con el que se codeaba y sus comentarios en Las Confesiones.  No podían pensar distinto bajo la hermenéutica tradicional de la Iglesia.
El magisterio:
Santo Tomás  expone el criterio de que las cosas son buenas en cuanto son de acuerdo a su naturaleza, de esto sigue que un lápiz será bueno si escribe bien y una silla si uno se puede sentar en ella. La Iglesia ve en la relación sexual el deseo de Dios de la permanencia del hombre en la Tierra, con el nacimiento de la vida. Por ende la relación sexual será buena, si va de acuerdo a la naturaleza para la que fue creada, o sea, si genera vida, en este caso la relación homosexual es contra natural, pues no engendra la vida. Sin embargo no es la relación homosexual la única que no engendra vida, hay parejas heterosexuales con disfunciones reproductivas cuyas relaciones sexuales no se ven coronadas con la vida y no por eso podemos decir que sean malas o contra naturales. Una visión de la relación sexual en la que la donación perfecta en el amor de las personas no sea sólo un medio, sino un fin en si mismo de la misma relación, podría cambiar la percepción sobre el fenómeno  homosexual.
El magisterio actual de la Iglesia es duro con la homosexualidad, una respuesta quizá justificada en la ortodoxia y en el comportamiento ciertamente reprochable de muchas personas homosexuales. Nos ha tocado vivir un momento de crisis y por lo tanto difícil para la sociedad y para la Iglesia. Esto es sobre todo desde el punto de vista jerárquico, igual ocurre con las relaciones sexuales antes del matrimonio o con los esposos por segunda vez y su recepción a la comunión; la praxis pastoral de la Iglesia va por otro lado, en la práctica la mayoría de los sacerdotes permiten a las parejas jóvenes tener relaciones prematrimoniales, admiten a la comunión a segundos esposos… y alientan las relaciones homosexuales maduras, estables y verdaderas. Es cuestión en parte de tiempo, la sociedad aun no acepta completamente el comportamiento homosexual, no podemos pedirle a la Iglesia, un ente social que va siempre lento, porque no puede retroceder, que valla al mismo nivel de nuestra apurada sociedad, en mi criterio, la Iglesia va hasta rápido, aunque, como dice el P José Luis, dentro de 20 años, se van a reír de nosotros. Nos ha tocado el momento del cambio, en el que “oficialmente” se dice algo y en la praxis se hace otra hasta que el “sensum fidelium” (sentir de los fieles) avance y la Iglesia tome una postura institucional, así es su práctica siempre, por ejemplo, aunque a la virgen se le veneraba como asunta al cielo desde la Alta Edad Media, y  los primeros siglos del cristianismo, el dogma de la Asunción no fue proclamado hasta el año 1950.
Lamentablemente mientras el palo va y viene, la postura “oficial” de la Iglesia es a veces deshumanizante en el tema de la homosexualidad, condenando al destierro espiritual a miles de personas en el mundo, que se sienten excluidas, sacadas del Pueblo de Dios, y que muchas veces terminan dejando de creer en Dios debido al rostro de Él que mostramos; en el mejor de los casos dejan de creer en la Iglesia y se separan de ella, viven fuera de comunión. Claro que la condición homosexual es claramente para nosotros algo identitario, sin embargo la Iglesia carece de este punto de vista del que se desprende todo lo demás, no puede verlo como algo  enraizado en la naturaleza de la persona, y por eso su visión es en negativo, y es una condición que se ha de padecer, de aceptar y “tratar de vivir dignamente con ella”, tal como si fuera una enfermedad. Para muchas personas es cierto que la condición homosexual puede implicar heridas emocionales y gran dolor, ya sea porque algún incidente violento los ha llevado a la condición homosexual o porque en el proceso de asunción de esta, debido a la presión social han desarrollado complejos de inferioridad, de insuficiencia, hipersensibilidad, carencias afectivas, etc.; que hacen su convivencia más difícil, no por el hecho en sí de su orientación sexual, sino por su debilidad humana.
La idea de que en la relación homosexual no se puede alcanzar la plena felicidad esta bastante expandida, hasta cierto punto al principio yo también pensaba así, esto ocurre debido a un juicio a priori de la realidad, en la que se ven efectivamente tantos fracasos emocionales, claro, de más está decir que sobran los ejemplos de personas homosexuales, con relaciones estables y maduras que alcanzan perfectamente la plena felicidad, si bien no pueden ver coronada su unión con el nacimiento de una nueva vida.  
Claro que lo de las terapias de conversión me parece ridículo.
Sobre lo que pienso sobre la homosexualidad creo que implícitamente lo he dicho todo, te transcribo ahora además, un coloquio con Dios durante el retiro de este año:
“…el ser homosexual es parte de mi esencia… es parte de lo que soy como ser humano, desnudo de todos mis afectos, sigo siendo quien soy, sigo siendo por consiguiente homosexual. Me pide Dios ir en contra de la manifestación de mi propia esencia? Soy por esencia pecaminoso? Intrínsecamente malo? No conozco yo la respuesta teológica exacta, pero desde mi vida de fe siento que Tú mi Señor y mi Dios no me reprochas por ser como soy, no me juzgas, sino que me comprendes y me amas y me llamas como a los demás a encontrar la plenitud en Ti Una plenitud, que según me parece no tiene que ir separada de la relación de pareja, estado común de todos tus fieles. Amado me siento y a amar me siento llamado. La castidad en el celibato es un don especial de tu amor, de acuerdo a una vocación, a una llamada especial tuya; no creo que la homosexualidad sea una vocación. Me llamas sí, a ser ofertorio de amor en el trabajo, en la vida social, en la relación de pareja...”