lunes, 2 de mayo de 2011

Juan Pablo, Bin Laden y yo

" Estoy cansado entre tantas cosas de los estados sobre la muerte de Osama Bin Laden.... si nos alegramos con tanta frialdad de su muerte, en qué nos diferenciamos de él?..." acabo de poner esto en mi facebook, pero no me ha sido suficiente para expresar todo lo que deseo. Necesito un poco más.De hecho he estado trabajando, pero no he podido esperar más, esto del blog se está volviendo algo serio :p. 


En estos días dos noticias han llenado los estados de mis amigos y los blogs que usualmente leo: la beatificación de Juan Pablo II y ahora más recientemente la muerte de Osama Bin Laden. En ambos casos hay cosas que me molestan grandemente. En el primero de los casos estoy realmente decepcionado. Si bien me parece que la postura "oficial" de la Iglesia está equivocada, la reacción de algunos grupos me parece desmedida, fundamentalista y tan intolerante como lo que critican a la misma Iglesia. Me explico. La santidad de Juan Pablo II no soy quién para ponerla en duda. Me ha parecido un hombre coherente con lo que ha creído correcto, con todo lo cuestionable que esto pueda ser, y que en conciencia ha actuado de acuerdo a lo que creyó era la voluntad de Dios de buena fe. En fin, hace mucho creo que la santidad es algo de nuestras actitudes ante Dios, y no es eso algo que me creo alguien para cuestionar, menos de una persona a quien sólo vi una vez a 500 metros de distancia. Así mismo me parece un hombre fruto de lo que aprendió y de las circunstancias en que le tocó vivir. Ahora bien, esta presurada beatificación de la Iglesia me parece una estratagema para acallar a las masas que claman por justicia contra abusos sexuales, apertura e igualdad en la Iglesia, así como una renovación de la doctrina moral de la misma... patético. Es como intentar tapar con la figura de este papa que con mucha astucia supo ganarse las multitudes los errores que miembros de la misma Iglesia que, querasmolo o no, él mismo también ocultó, amparado, como fue siempre su guía, en la postura más tradicional de la Iglesia. Pensar es libre para todos, expresar nuestras ideas también, pero eso no nos da derecho a decir lo que nos venga en gana. Descubrir en blogs  que considero serios y acertados comentarios fuera de tono y posts intolerantes y lascerantes, me ha parecido realmente inaceptable. Si hacemos lo mismo que criticamos, cómo es posible que queramos entonces ser escuchados? En estos días hemos polemizado mucho sobre Romero y lo hemos comparado con Juan Pablo II, exigiendo su beatificación también. Será posible que no hayamos aprendido nada de él??? A Romero lo asesinaron precisamente por no hacer lo mismo que criticaba, ese fue su martirio. Situarnos ahora en estas posiciones de extremos me parece realmente muy cuestionable, desde la humanidad y el evangelio.


Por otro lado está lo de Bin Laden. Un hombre que ha sido demasiado utiizado por los medios y del que queda por ver si de los miles de muertos que se le achacaron en vida fueron realmente causados por él. La justicia tiene claramente que hacerse cumplir. Es ese sin duda uno de los reclamos que todos tenemos. Pero esta actitud que ahora descubro por todas partes de alegría morbosa por su muerte me parece lo más parecido a la alegría que debió haber sentido Bin Laden al ver estallar en miles de pedazos a cualquiera de sus objetivos. Asi es la realidad, nos hemos convertido precisamente en aquello que perseguimos, no se si será esto alguna especie de Síndrome de Estocolmo masivo o si forma parte de la naturaleza humana. A fin de cuentas ya alguien dijo : "Homo homini lupus" , a veces pareciera que no se equivoco, aunque me resista a creerlo aun. Lo cierto es que yo no siento que pertenezca a ninguna de estas dos posturas que describo un poco más arriba, si eres de mi grupo, bienvenido, si no, también. Pues te advierto, no pienso segregarme, huir u odiar. Sino que aun, confío en el ser humano, y obstinadamente seguiré apostando por él, al menos mientras me quede aliento, gracias

domingo, 1 de mayo de 2011

Signos de resurrección...

Una de las pocas ventajas que tiene el no tener auto propio y servirse obligatoriamente del servicio de transportación pública es que uno tiene la oportunidad de interactuar con una gran variedad de personas de distinto nivel social, cultural, intelectual y con diversidad de criterios. Aunque esto a veces puede llegar  a convertirse en un martirio, de vez en cuando se convierte en una lluvia fresca para nuestro interior. En estos días cercanos a la resurrección, en que lamentablemente he tenido que escuchar muchas veces sermones y leer reflexiones que sólo se quejan de una situación que muchas veces ni comprendemos en su totalidad, quisiera compartir mi experiencia de la resurrección en esta pascua. 

Ayer de camino a la universidad tomé mi acostumbrado "concho" sin ninguna expectativa especial, incluso escuchaba música con mis audífonos. Con la parsimonia de siempre al montarme dije los consabidos buenos días, y cuál no sería mi sorpresa al descubrir que el chofer, amablemente me devolvió el saludo. Atento al detalle me retiré los audífonos y decidí disfrutar del viaje en toda su extensión. En el camino varios pasajeros se bajaron y subieron del auto y con todos tuvo el chofer la misma amabilidad y cortesía, llenándolos de buenos deseos y sonrisas, aunque estos ignoraran su delicadeza y particularidad. Al final del viaje me bajé, di el gracias mejor sentido desde hacía unos cuántos días y unas palabritas de aliento al maravilloso chofer que me había hecho experiementar uno de los mejores viajes en concho de mi vida. 

En medio de tantas noticias negativas, en medio de tanto pesimismo que nos rodea, siempre hay la oportunidad para que crezca el bien, sólo basta querer. Si bien este chofer puede ser una perla en el pantano, sigue siendo una perla, un rayo de esperanza, una razón más para, como Dios, apostar una vez más por el ser humano cada mañana. Esta ha sido mi reflexión - moraleja de esta Pascua. Apostemos por el hombre como Dios la ha hecho al morir por él. No nos cansemos tan pronto.